Sexto número

Tiempos de Dios, de Irene MD

Los tiempos de Dios son perfectos.

 

Las estaciones 

en que cantan las aves 

los besos 

el alba 

y la felicidad de los niños,

 

son siempre precisos. 

La angustia 

la sangre fuera del cuerpo 

el dolor adentro 

el hambre 

que calla la felicidad de los niños,

  

llegan siempre a tiempo. 

La muerte 

cada día con puntualidad se reaviva 

y es designio divino

 

que las flores se marchiten 

los besos se arrepientan 

el día se convierta en cáncer 

que las aves y los niños fenezcan

 

y encontremos sus hermosos cuerpos muertos 

a la sombra de los árboles 

(que también son perseguidos por la saña del reloj invisible del Dios descompuesto). 

Y estaba escrito en el infinito 

que cayéramos en este agujero-vida 

que nos comiéramos los unos a los otros 

y la arena del mar fuera testigo silencioso de la masacre 

el trapo ultra absorbente para limpiar los restos del banquete 

al que Dios llegó a tiempo. 

Porque siempre llega a tiempo, 

aunque no tenga piernas 

ni alas 

ni avión 

ni automóvil 

ni existencia. 

Es que sus tiempos son perfectos 

porque nada es más perfecto 

que aquello que no existe. 

Por eso 

que Dios nos salve de Dios, 

que nos salve de nosotros mismos. 

Irene MD

(Guadalajara, 1995). Mitad tapatía, mitad sinaloense. Egresada de Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Periodista cultural en Vertientes Medios. Escribo sobre música en Nación Progresiva y poemas en el desayuno. 

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