Sexto número

Sin resistencia a la caída, de Carlos Sánchez Ramírez, Emir

el caído recurrirá al último bastión de su terquedad intelectual. “¿En qué iba pensando? ¿Cómo no me di cuenta? ¡Soy un cretino!”, se repetirá a sí mismo como si la humillación de sus propias facultades lo pusiera a salvo de lo inexplicable. 

—Vivian Abenshushan

 

I

Para qué simular el desastre,

si en horas irrelevantes, siempre, el desastre

se escabulle por orificios

de puertas de hierro sin orificios. 

II

No hay tambores ni silbatos ni

una sinfonía de Wagner para anunciar, a propios y extraños,

la entrada del fracaso. Hay cláxones, cierto,

que deberían poner en esos camiones

tan cargados de desastre. Ahora recuerdo:

una carcajada debe quedarte en el bolsillo.

Úsala cuando todo haya pasado

o cuando parezca que todo haya pasado.

III

Convencido de reducir todo

a la postergación de una pesadilla, decidiste

abrir los ojos. ¿Con qué sílabas, con qué sociolecto,

con qué tipografía, dime, te hago comprender

que tiene rato que no los cierras?

La luz matinal reposa todavía

sobre tu cabeza. Y sus dientes,

como de resplandeciente resaca, no dejan de rumiar

el dedo meñique de tu alma.

IV

a Abigael Bohórquez, por el préstamo

Siempre un residuo de mierda decide

quedarse en la suela del zapato,

por más que zacate y jabón,

por más que fricción contra la hierba.

Y ya el residuo de mierda de un perro

(desconocido, sin relevancia

en algún sitio del nombre;

dicho de otro modo lo mismo,

humilde ciudadano del ladrido-carrera) es un trozo

de tu identidad, como aquel lunar

que casi nadie te conoce, como el calcetín tejido y destejido

que aún conservas, o como ese defecto

que mil y una personas te han señalado.

V

Un avión se aproxima para lanzar fuego al fuego,

a modo de salvación o para eliminar

el problema desde raíz. Pienso: las raíces

son la más vieja, pero también la más bella

metáfora de los ancestros.

¿Tú y los tuyos deben ser árboles ardiendo?

VI

Claro está: fumemos sin dejar en la indiferencia

las colillas de cigarro. No sé si esas colillas

sean una equivocación propia o ajena: algo

que se prefiere tirar en la banqueta

para ser pisado por todos los tipos de suela; por supuesto,

sin la certeza de que alguna vez se vuelva humo.

VII

El incendio de la catedral de Notre Dame

fue un espectáculo hermoso, casi tanto

como el natural caer

de la hoja amarilla en otoño.

Nadie te nombrará héroe de mínimas hazañas

por cubrir del mar, con tu propio cuerpo,

aquellos castillos de arena.

Carlos Sánchez Ramírez, Emir

(Ciudad de México, 1998) Poeta y ensayista. Estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM). Autor de Tan de pronto mañana (Sangre Ediciones, 2021). Ganador del segundo premio del 51° Concurso Nacional Punto de Partida en el área de poesía por Ese algún otro pude ser (2020). Ha sido becario de verano, un par de ocasiones, en el curso de creación literaria para jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas y la Universidad Veracruzana (2017 y 2018) y, también, becario del Festival Cultural Interfaz ISSSTE-Cultura (2018). Haikus suyos aparecen en El viento que florece. Antología de haijines (UAM – Azcapotzalco, 2021). Es parte del grupo de edición de la Revista Literaria Taller Igitur.

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