Leer el cuento «El primer beso». Al concluir la lectura, responde en 100 palabras la pregunta ¿cómo sería el primer beso para mí?
El poeta finge no conocer lo que ya conoce.
Aún me acuerdo cuando vi a Clarice, Clarice Lispector, este nombre tan extraño que seguramente es un seudónimo. Con superficial atención escuchó a Chico Buarque mencionar “ya nos confundimos tanto, dime con qué piernas debemos seguir”. Hacía tiempo ella dejó el tema de la gallina, pero aún seguía hablando del huevo. Corregía a gramática da chão, las comas y sintaxis de un texto corregido por sus editores. Ahí la intervine; me fascina como en corazón salvaje escribe su obra definitiva. Y me respondió únicamente por respeto a la circunstancia.
Preferiría a los dodecafónicos, forajidos demasiado adelantados a su época, pero Buarque necio insiste: “besó, amó, aquella vez como si fuese última” Eso no es de él, es originaria de Ucrania, frase fruto de la más penosa espontaneidad.
Sobre conocer aquello que individualmente no existe, y que lleva “primero” como apellido inverso; dos latidos no son un par de objetos, sino un estado de precario equilibrio dentro de una cadena infinita de transformaciones, misterioso hasta para mí, guarda además una simbología secreta: “la potencia de lo impersonal, que no es en absoluto una generalidad, sino una singularidad en el más alto nivel”, Gilles Deleuze lo sabía en palabras que Lispector habría odiado.
José Rafael (Veracruz)
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