Algunas cosas son más efímeras que otras
Si revelas una fotografía con infusión vegetal,
el sol hará que la imagen se borre
con las semanas;
no tuve chance de tomar fotos
de alguno de los instantes que
compartimos,
es que siempre estuvimos
en constante aceleración,
a cierto punto era tanta la velocidad
que no reconocimos nuestros rostros,
como si el sol llevara tiempo
haciendo su trabajo
sobre nuestro retrato
hasta que no quedó más que
una mancha a medio recordar.

Andábamos sin encontrarnos, sin saber que andábamos para buscarnos
Quisiera que este poema hablara de una persona en específico,
alguien a quien conocería en el antro
de alguna ciudad neón
a donde hubiese ido
para correr de mis huellas,
pero no tengo dinero para viajar tan lejos
y este poema habla de A y de A,
a veces también de A
pero esa es una A tan lejana
que casi no pienso en ella,
nomás cuando me acuerdo de A
porque se llaman igual,
A en cambio se llama como las avellanas
sin llamarse Avellana.
El punto es que A siempre tuvo
galaxias en su forma de hablar,
de niño quería ser astronauta
y pensé que cada constelación que
encontrara en
ella iba a ser eterna,
no sé qué vio A en mi pero
después de que una tormenta
desmantelara nuestros abrazos
y mi nave espacial
se quedara varada sin combustible
en la órbita de un agujero negro,
A regresó con nuevos cuerpos celestes
en sus sílabas
y dijo que me había extrañado mucho,
entonces volvimos a querernos pero ya no nos queríamos igual
porque se sentía mejor extrañarnos,
nunca supe leer el mapa que nos llevaría
a un tiempo sino mejor
diaperdis menos culero,
para empezar, nunca hubo un mapa.

(San Luis de la Paz, 2000)Escribidor y poetoide. Autor de Catársis Fallida (Editorial Palabrerías, 2020) y Díganle Adiós al Ratón (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2021); entre otros.
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