Alrededor de las cuatro de la mañana, justo antes de que el cielo comenzara a mostrar las primeras nubes, alguien reportó haber encontrado, casi cubierto de matorrales y al lado de la carretera que se adentra a la serranía, el cuerpo decapitado y desnudo de un hombre.
No era una ocurrencia poco común por esos caminos. Cada mes podían hallarse los vestigios de un ajuste de cuentas o el cuerpo de un recién desaparecido alrededor de las zonas ocupadas, pero la falta de narcomanta y la piel clara del ajusticiado hicieron que las autoridades comenzaran a preocuparse. Los tonos pálidos de la muerte, junto con los azulados que habían adquirido las venas que alcanzaban a transparentarse, daban al cadáver la impresión de ser una estatua de mármol. Sin documentos ni rostro que inspeccionar, los policías que investigaban la escena sólo dieron con una alternativa para identificar a los asesinos: un grueso camino de sangre que empezaba en el cuello del muerto y que seguía hacia arriba, adentrándose en la zona más tupida del bosque, como si alguien llevara a rastras varios kilos de carne fresca dentro de un costal. Al temer la emboscada de un comando armado, se hizo llamar a una patrulla de militares. Fueron siguiendo alrededor de dos horas el camino que serpenteaba como si intentara perderlos, dando vueltas sobre sí mismo, y con cada paso iban tocando las matas de hierba para encontrar la sangre cada vez más fresca. De pronto, se escuchó más adelante un disparo que levantó una parvada de pájaros.
Al llegar al lugar del estruendo, se encontraron con un nuevo cadáver impactado por balas de alto calibre. Llevaba un larguísimo hilo amarrado a la cintura y una bolsa de cuero a rastras. Dentro de la bolsa, hallaron la cabeza de un toro.
Nadie me advirtió, pensó seguramente, mientras caía acribillado sobre el plantío de amapolas, que el verdadero peligro no es el monstruo, sino el laberinto.
Leopoldo Orozco

Leopoldo Orozco (Ensenada, Baja California, 1996). Narrador, ensayista y traductor. Ha sido publicado en medios como Quimera, Liberoamérica, Tintero Blanco, Punto en Línea y Blanco Móvil. Es autor del libro de minificciones En la cuerda floja (Reverberante, 2020) y de la plaquette de ensayos Cinco autorretratos en ausencia (Fósforo, 2021), de próxima aparición. Participó en el XI Curso de Creación Literaria Xalapa 2019 de la Fundación para las Letras Mexicanas, en el área de ensayo, y resultó finalista en el XI Premio de Relatos para Jóvenes otorgado por la Universidad Camilo José Cela (Madrid) en la categoría de estudiantes de Hispanoamérica.
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